El final del verano marca una etapa crucial en el cuidado de la piel. A lo largo del período estival, el cuerpo ha estado expuesto a múltiples factores que, aunque forman parte del clima, también tienen un impacto acumulativo sobre la salud cutánea. Las largas jornadas al sol, los baños en el mar o en piscinas con cloro, el viento, los cambios en los hábitos de cuidado y las altas temperaturas alteran el equilibrio natural de la piel, debilitando su barrera protectora y generando signos visibles de fatiga. A menudo, al terminar el verano, nos encontramos con pieles deshidratadas, con pérdida de luminosidad, textura irregular y, en muchos casos, con una mayor tendencia a las manchas o a la flacidez.
En este contexto, el final del verano no solo es el momento ideal para evaluar el estado real de la piel tras las agresiones estivales, sino también para poner en marcha protocolos específicos de recuperación y preparación de cara al cambio de estación.
El final del verano es el momento en el que la piel revela las consecuencias de haber estado expuesta durante semanas a múltiples agresiones externas. La radiación ultravioleta, el cloro de las piscinas, la sal del mar y los cambios en las rutinas de limpieza e hidratación suelen provocar efectos visibles en la piel, especialmente visible en las capas más superficiales. Algunos de los principales agresores son:
Consecuencias habituales al final del verano:
Detectados los efectos del verano, el siguiente paso es aplicar protocolos que reparen, hidraten y fortalezcan la barrera cutánea. Esta etapa no solo es necesaria para devolver a la piel su bienestar y equilibrio, sino también para preparar el terreno de cara a los tratamientos más intensivos que llegarán en otoño, como los despigmentantes o los reafirmantes.
En este punto, los tratamientos deben ser reconfortantes, nutritivos y adaptados al nivel de daño de cada piel, priorizando la restauración frente a la agresividad. A continuación, te detallamos los productos esenciales para diseñar un protocolo profesional eficaz, tanto en cabina como en casa:
Cada tratamiento comienza con un entorno seguro y bien preparado. Los consumibles como los guantes o el papel de camilla son imprescindibles para garantizar la higiene en cabina y transmitir confianza a cada cliente. Utilizar materiales de alta calidad no solo protege la piel del profesional y del cliente, sino que también permite trabajar con mayor comodidad y precisión.
Además, renovar estos elementos entre sesión y sesión es clave para prevenir contaminaciones cruzadas y mantener un estándar profesional impecable. Incorporar consumibles resistentes, cómodos y funcionales es el primer paso para ofrecer un servicio excelente desde el primer minuto.
Es fundamental eliminar restos acumulados de fotoprotectores, sudor, sal y cloro. Elige limpiadores respetuosos con las capas lipídicas que purifiquen sin resecar ni alterar la piel sensibilizada.
Una buena opción para esta etapa son los limpiadores faciales de Dr. Kraut, formulados específicamente para actuar con eficacia sin agredir la piel. Gracias a su textura suave y sus ingredientes calmantes, permiten purificar el rostro eliminando residuos acumulados durante el verano, sin provocar tirantez ni resecar en exceso.
Es recomendable evitar soluciones limpiadoras demasiado astringentes o con alto contenido en alcohol, ya que pueden intensificar la sensibilidad cutánea. En su lugar, apuesta por fórmulas que incorporen activos hidratantes o antiinflamatorios, como el aloe vera, el pantenol o extractos vegetales, ideales para reforzar la piel desde el primer paso del tratamiento.
*Tip: evita productos agresivos y apuesta por fórmulas con acción calmante o antioxidante.
La piel necesita reponer su nivel hídrico de forma inmediata. Una de las líneas que mejor responde a estas necesidades es la gama de hidratantes Uman, especialmente desarrollada para restaurar la piel en profundidad. Sus fórmulas profesionales combinan activos humectantes y regeneradores que no solo aportan hidratación inmediata, sino que favorecen la recuperación celular tras el daño solar. Su textura ligera pero eficaz permite trabajar sobre distintos tipos de piel —incluso las más deshidratadas o sensibilizadas— sin provocar sensación grasa ni obstruir los poros.
Es fundamental utilizar productos formulados con activos capaces de retener agua en las capas más profundas de la piel. Ingredientes como el ácido hialurónico o el aloe vera son excelentes aliados para mantener una hidratación prolongada y reforzar el equilibrio cutáneo.
Aunque la piel puede estar sensibilizada, es importante promover la renovación celular. Una exfoliación suave ayuda a eliminar células muertas, mejorar la textura y potenciar la absorción de tratamientos posteriores.
Reactivar el proceso de renovación celular es fundamental, recurriendo a exfoliaciones suaves, que permitan afinar la textura de la piel sin comprometer la barrera protectora. La clave está en elegir productos formulados con activos eficaces pero respetuosos, que actúen de forma progresiva y controlada.
Una vez que la piel ha sido limpiada, hidratada y renovada, es el momento de aportar los nutrientes necesarios para restaurar su vitalidad y reforzar su estructura desde el interior con vitaminas y activos regeneradores que actúen para recuperar elasticidad y firmeza.
Los activos emolientes, regeneradores y antioxidantes son esenciales para reforzar la piel desde dentro. Ingredientes como la centella asiática, la rosa mosqueta, la vitamina E o el colágeno ayudan a recuperar la piel.
El final del verano es una oportunidad clave para resetear la piel y acompañarla en un proceso de recuperación profunda. Implementar un protocolo profesional con los productos adecuados no solo permite revertir los daños acumulados durante los meses estivales, sino también preparar la piel para recibir tratamientos más intensivos en otoño. Apostar por fórmulas suaves, hidratantes, regeneradoras y adaptadas a cada necesidad es la mejor estrategia para devolver a la piel su equilibrio, luminosidad y resistencia natural. Porque cada cambio de estación merece un cuidado a su altura.